Este tipo de plan, también conocido como “plan keto”, se caracteriza por un aporte muy bajo en carbohidratos (10% de nuestra total fuente de energía). Recordemos que éstos son el principal combustible del organismo y al haber una restricción, el cuerpo utiliza las grasas como fuente primaria, las cuales producen cetonas como residuo (de ahí el nombre).
Un plan cetogénico restringe el consumo de cereales (papa, tortilla, arroz, pastas, bolillo, cereales comerciales), postres, dulces, azúcares (miel, cajeta, azúcar de mesa), alcohol, lácteos con azúcar, frutas, leguminosas (frijoles, lentejas, alubias, alverjones) e incluso artículos de limpieza personal que contengan azúcar (enjuagues bucales y pastas dentales).
Lo que sí se puede consumir, en cantidades establecidas, son huevos, carnes, mariscos, pescado, aceite de cocina, margarinas, edulcorantes, gelatinas sin azúcar, vegetales (limitando zanahoria y jícama), nueces, almendras, pistaches.
En los últimos años se ha promovido bastante, ya que dentro de sus beneficios están la pérdida rápida de peso, saciedad (es alta en proteína), y control de niveles de azúcar y triglicéridos en sangre.
La realidad es que las cetonas se han visto involucradas en el control de crisis epilépticas, y los resultados positivos dependerán de la presencia de éstas en determinados niveles en sangre y orina.
Sin embargo no es recomendada por tiempos prolongados, ni para todas las personas, ya que esta dieta tiene síntomas secundarios como: cansancio extremo, ansiedad, mareos, dolores intensos de cabeza, estreñimiento, hipovitaminosis, hipoglucemia reactiva (niveles bajos de azúcar en sangre tras comer) y posible efecto de rebote si no es monitoreada por un profesional.
Por eso si piensas intentar un plan keto, consulta con tu nutriólogo y médico de cabecera para que te digan y expliquen si eres candidato, o no.
- LN. Meredith Colín